martes, 22 de julio de 2008

22 de julio, Festividad de Santa María Magdalena


Qué hermosa figura labró nuestro escultor de Santa María Magdalena para poner a los pies del Santísimo Cristo del Santo Entierro, sobresale sin duda de nuestro magnífico grupo escultórico por su facciones dolientes y el descuido de la indumentaria propia de su vida ascética. María Magdalena: La Primera, Compañera de Jesús, Apóstola de los apóstoles, son algunos de los títulos que la Iglesia de los primeros siglos le ortorgó. Todos los hermanos del Santo Entierro tenemos en esta mujer, tratada a veces injustamente por la historia, cuando no confundida, un ejemplo de valentía y entrega digno de nuestra más profunda devoción.

Pero, ¿quién era realmente esta mujer decidida, valiente y entregada que rompió con todo para seguir a Jesús?

Santa María Magdalena nació en Magdala, población de Palestina, situada sobre la orilla occidental del mar de Galilea, cerca del lago Tiberiades, en el que el Señor encontró por primera vez a aquella mujer de la que expulso «siete demonios» y la más destacada de las mujeres que acompañaron a Jesús. Una Santa que se dice predicó en griego, y cuyo hermano Felipe, apóstol de Cristo también, le nombra en sus evangelios como Mariamne. Algunos dicen que el sobrenombre la Magdalena se extendió como la Magdal-eder que se cita en el texto del profeta Miqueas ("en cuanto a ti Torre del rebaño, colina de la hija de Sión..." capitulo 4 versículo 8). EL topónimo Magdal-eder significa literalmente torre del rebaño, en la acepción de un lugar elevado, desde el cual el pastor puede vigilar a su rebaño. En hebreo el epíteto Magdala significa torre como sustantivo, o como adjetivo elevado, grande, magnífico, podía haber sido el equivalente hebreo del apodo de María la Grande.

Fue testigo de la Crucifixión, sepultura y Resurrección del de Galilea. El Hijo de Dios quiso manifestar la gloria de su resurrección a aquella mujer que también fue la enviada para anunciar a los apóstoles que Jesús vive para siempre junto al Padre. La tradición oriental afirma que después de Pentecostés, fue a vivir a Éfeso con la Virgen María y San Juan y que murió allí. En 886 sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla, donde se conservan en la actualidad. Gregorio de Tours en su De miraculis, I, corrobora la tradición de que se retiró a Éfeso, y no menciona ninguna relación con Francia. Más adelante surgió en el mundo católico un tradición diferente, adoptada por el Martirologio Romano y muy difundida en occidente, María Magdalena (identificada aquí con María de Betania) fue con sus hermanos Lázaro y Marta, junto con el obispo Maximino (supuestamente uno de los setenta y dos discípulos de Jesús) a evangelizar la Provenza donde pasó treinta años en los Alpes Marítimos, predicando y haciendo penitencia en la caverna de la Sainte-Baume. Poco antes de su muerte fue trasladada milagrosamente a la capilla de San Maximino, donde recibió los últimos sacramentos y fue enterrada por el Santo.

En definitiva, Santa María Magdalena no es en modo alguno la anónima mujer pecadora que según el evangelio de Lucas ungió los pies de Jesús con un perfume carísimo de nardo, tampoco María, la hermana de Marta y Lázaro, ni era una mujer pecadora, ni prostituta arrepentida y convertida en seguidora penitente de Jesús, toda esta leyenda procede de un error de lectura de los evangelios a partir del s. VI en la Iglesia del occidente europeo, que indetificó a tres mujeres distintas en una sola. El relegamiento que ha tenido el personaje de María Magdalena ha sido relacionado por algunos autores como la situación de la mujer en la Iglesia.

En 1969 la Iglesia Católica retiró del calendario litúrgico el apelativo de «penitente» adjudicado tradicionalmente a María Magdalena; así mismo, desde esa fecha dejaron de emplearse en la liturgia de la festividad de María Magdalena la lectura del evangelio de Lucas (Lc 7:36-50) acerca de la mujer pecadora. Desde entonces, la Iglesia Católica dejó de considerar a María Magdalena como una prostituta arrepentida.

No vamos a peder el tiempo en citar las truculentas teorías recientes sobre la figura de María Magdalena, ya que no tienen apoyatura ninguna ni en los evangelios canónicos ni en los apócrifos, podemos considerarlas solo como fantasiosas suposiciones en aras a desacreditar nuestra fe católica.

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Señor, Dios nuestro: Cristo, tu Unigénico, confió, antes que a nadie, a María Magdalena, la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual. Concédenos a nosotros, por su intercesión y su ejemplo, anunciar simpre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los cielos.

(Misal)

Martes 16.º tiempo ordinario

Ct 3, 1-4a 18
Sal 62, 2-9

Juan 20, 1.11-18

Santísimo Cristo del Santo Entierro, María Magdalena me da un doble ejemplo: su entrega total a tu amor, y su misión de anunciar a los demás que estás vivo y que eres la vida para quien se decida a seguirte. Espero, Santísimo Cristo del Santo Entierro, que un día oiga que me llamas, con tu inmenso amor, por mi nombre.